DIOS DE MILAGROS

A mediados del año pasado, me topé cara a cara con un proceso que nunca pensé que viviría a la edad que tengo. A raíz de un accidente empecé a notar que algo no estaba del todo bien en mi salud.

Con esto se desató un proceso incierto donde por meses y consulta tras consulta con médicos no había un diagnóstico para lo que estaba pasando. Después de muchos análisis médicos e incluso de tener que ser intervenida por médicos para descifrar lo que estaba pasando y tras una temporada que pareció eterna al fin recibí un diagnostico: GLOMERULOESCLEROSIS FOCAL Y SEGMENTARIA.

Aún cuando una parte de mi estaba aliviada por al fin tener una respuesta, otra parte de mí estaba desilusionada al saber que algo sí estaba mal en mi salud y que a partir de entonces tendría que empezar a vivir una vida diferente, con cuidados especiales y chequeos médicos constantes.

Aún cuando estoy agradecida por tener una condición médica que no es tan intensa o dolorosa, aún así a veces siento dolor en mi corazón porque oraciones de sanidad aún no han sido contestadas.

Me encanta que Dios está tan consciente de cada uno de nuestros sentimientos y le importa consolarnos y levantarnos. Hace un tiempo mientras estaba teniendo mi tiempo con Dios me topé con esta historia:

"Cuando llegaron al pueblo de Betsaida, unas personas guiaron a un ciego hasta Jesús y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, colocó las manos sobre él, y le preguntó si veía algo. El ciego respondió:

—Veo gente, pero parecen árboles que caminan.

Entonces Jesús volvió a ponerle las manos sobre los ojos. El hombre miró de nuevo con cuidado, y vio todo claramente, porque ya estaba sano."

Marcos 8:22-25

La historia de este hombre ciego es la única historia en La Biblia donde Jesús obra mediante sanidad gradual. Entonces recuerdo perfectamente cómo sentí tan cerca a Dios recordándome algo tan importante en medio de mi dolor y desilusión.

No sé si te pase pero a veces escuchamos tantos testimonios de milagros y aunque los celebramos no podemos evitar que destellos de desilusión entren en nuestro corazón al ver que en nuestra situación no hay un milagro inmediato.

Sin embargo, a través de esta historia Dios me recordó a mí y quiere también recordarte a ti que aún si cada milagro se ve diferente, la promesa de sanidad es la misma.

Amo que en medio de tantas historias de milagros inmediatos, la Biblia incluye esta historia que nos recuerda que aún si la historia de cada quien se ve diferente, es el mismo Dios quien se encarga de restaurar y que no siempre es el proceso del milagro lo que lo hace valioso. Aunque los procesos sí moldean nuestro corazón y nos hacen valorar más el milagro, un proceso distinto no cambia la bondad y grandeza de quien lo orquestó.

Dios me recordó que mi proceso es igual de milagroso aún si lo obra de manera gradual o de manera inmediata.

Mi proceso es de confiar en sanidad física pero tal vez tú estás en busca de sanidad emocional, de que un ser querido tenga un encuentro con Jesús, de estabilidad económica, de sanidad para alguien que amas, en fin, ponle el nombre al milagro que estás buscando.

Sea cual sea el milagro que esperas puedes confiar en la verdad que tu milagro es un “sí” y un “amén” gracias a Jesús, sin importar si es un proceso de años, meses o días, lo que Él ha prometido para tu vida Él hará conforme a Su perfecta voluntad.

Abraza el proceso se vea como se vea confiando que es Dios mismo, grande, bueno y fiel, quien se está encargando de obrar ese milagro.

ORACIÓN:

Jesús, gracias porque Tú obras de manera multiforme en medio de nuestros milagros y

porque tus promesas son “sí” y “amén” por medio de Cristo. Hoy decidimos confiar en Tu voluntad y sometemos nuestros planes e ideas a Ti. Como al ciego, trae una restauración total en Tu perfecto tiempo. Sabemos que absolutamente todo lo usas para nuestro bien porque te amamos.

En el nombre de Jesús,

Amén.

xoxo

Dania